viernes, 7 de mayo de 2010

La carta.


—En este pequeño frasco de Haldol, te envío las dos últimas lágrimas que lloré pensando en nosotros —escribió con letra pequeña y suave.
—Necesito que sepas que sigo convencida de que fuiste el trastornado mas trascendente que se cruzo por mi vida y por mi corazón; y que por dicha razón, te odio hasta con los huesos. —escribió haciendo presión en “huesos”.
—Por mas que lo intento, no logro recordarte, sin verte intoxicado por las palabras o por las drogas que le robabas a tu hermano cuando lo visitabas en el manicomio. —escribió con imprenta subrayando “drogas”.
—Un esfuerzo sobrehumano me hace intentar obviar aquella vez que “supuestamente” confundiste a mi hermana conmigo y la besaste de manera ferviente delante de toda mi familia… también… con el alma retorcida, intento olvidar que a ella pareció no molestarle en absoluto… hija de puta. —escribió con letra roja.
—Las convulsiones me atormentan por las noches, cada vez que recuerdo aquel invierno en que le prendiste fuego a nuestra casa porque tenias frío… porque tenias frío y habían cortado el gas. —escribió agujereando el papel.
—Hoy ¿estoy con un gran hombre sabes?… un hombre digno, noble, honesto, fiel y sano; un hombre que no escribe pero sabe amar, un hombre que no prioriza su vida por sobre la mía, un hombre que no necesita ser estrella de rock para justificarse una vida plagada de excesos, de martirios, de locura, de promiscuidad y de toda esa mierda que le daba brillo y color a tu existencia, a la tuya, no a la mía... —escribió en mayúsculas resaltando “a la tuya”.
—Hoy estoy… con el hombre que cualquier mujer anhelaría… y aun así… ¡te extraño tanto hijo de puta! ¡Porque me inyectaste tu veneno por todas las venas de mi cuerpo! y me hiciste igual ¡me hiciste igual a vos! —escribió indescifrable.
—Junto a este frasco con lagrimas y junto a esta carta escrita con sangre, habrás encontrado uno de esos medallones de menta que tanto te gustan, estoy segura de que te lo habrás comido mientras leías… espero que lo hayas disfrutado… casi tanto como lo hice yo, al rellenarlo con cianuro…
—a propósito, te amo…

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